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Un mundo a oscuras: lo que revela un apagón sobre nuestra frágil civilización

  • visionempresarial
  • 5 hours ago
  • 5 min read

Por: Lorena Meeser

Un simple chasquido, un cortocircuito, un fallo en la red, una sobrecarga. En cuestión de segundos, la luz se va. Y con ella, se va también la ilusión de que tenemos el control de nuestras vidas. Lo que parece un inconveniente momentáneo -no poder cargar el celular o encender la televisión- es, en realidad, una ventana a una verdad inquietante: somos absolutamente dependientes de la electricidad. Sin ella, la civilización moderna colapsa.


Los apagones ya no son raros hoy en día. En muchas partes del mundo -desde Latinoamérica hasta Europa- las interrupciones del servicio eléctrico se han vuelto más frecuentes, ya sea por tormentas, fallas de infraestructura, ciberataques o crisis energéticas. Pero lo que realmente queda expuesto en cada apagón no es solo la ineficiencia de los sistemas, sino la vulnerabilidad de nuestra especie.

El día que todo se detuvo

Cuando la electricidad desaparece, la vida no se ralentiza: se detiene. El hogar moderno, convertido en una extensión digital de nosotros mismos, se paraliza. No puedes cargar el celular, abrir el refrigerador, calentar comida, usar la lavadora, ver noticias, conectarte con otros. Las persianas inteligentes no suben, el aire acondicionado deja de operar, y el router -ese símbolo de la conectividad global- se apaga sin aviso.


En las grandes ciudades, la dependencia es todavía mayor. Los semáforos dejan de funcionar, el caos vehicular es un desastre, y las cámaras de seguridad se apagan, creando zonas ciegas en donde la inseguridad es de terror. Los elevadores se detienen y la gente se queda atorada. Los sistemas de agua potable, que dependen de bombas eléctricas, pueden colapsar. Los hidroneumaticos no funcionan, asi que en muchos lugares tampoco hay agua. Los hospitales, aun con plantas de emergencia, entran en modo de supervivencia, el metro se paraliza. Y si el corte se extiende por días, comienza la verdadera crisis: escasez, miedo y desesperación.

Sin dinero, sin transporte y sin comunicación

Pocas personas reflexionan sobre esto: la economía moderna es eléctrica. Desde los pagos con tarjeta, el uso de los cajeros automáticos, hasta las transferencias bancarias, todo depende de la luz. Un apagón largo convierte a millones en fantasmas financieros: nadie puede acceder a su dinero, hacer compras ni verificar sus saldos. Las cajas registradoras no funcionan y no se pueden hacer pagos con tarjeta en los supermercados, hoteles, restaurantes, hospitales, etc.


En el transporte, la situación no es mejor. Los autos eléctricos, tan celebrados por su sustentabilidad, se convierten en esculturas inútiles si no hay dónde cargarlos. Los trenes, metros, tranvías y sistemas de movilidad se detienen. Los aeropuertos colapsan. Las gasolineras, sin bombas eléctricas, no pueden surtir combustible. La movilidad de todo un país puede detenerse con un solo apagón generalizado.

De las redes sociales al silencio absoluto

En una era donde nuestra voz se transmite a través de redes sociales, un apagón prolongado nos deja mudos. Sin energía, no hay WiFi, ni 4G, ni satélites que nos mantengan informados o conectados. La sensación de aislamiento crece. Volvemos a lo básico: encender velas, hablar con quien está cerca, esperar. El tiempo se estira como una eternidad.


En el ámbito laboral, hacer “home office” se vuelve imposible. Las oficinas, ya híbridas o completamente remotas, se desconectan. Los servidores de empresas, si no tienen respaldo, pueden perder información crucial. La economía digital, aparentemente invencible, tiembla con cada minuto sin luz.

Una civilización dependiente de un hilo

Tal vez lo más revelador de un apagón es la reflexión que deja a su paso: lo avanzados que creemos ser, y lo frágiles que somos en realidad. La energía eléctrica es la columna vertebral de todo lo que hemos construido. No hay medicina moderna, ni agricultura masiva, ni comunicación global, ni entretenimiento, ni siquiera agua potable sin ella.

Y sin embargo, la damos por sentada.

Nos hemos entregado, sin darnos cuenta, a una red invisible que puede quebrarse por una tormenta, un terremoto, un ciberataque o una falla humana. No hay civilización moderna sin electricidad. Lo que debería alarmarnos no es que esto sea así, sino que no estemos preparados para cuando deje de serlo, aunque sea por unas horas.


¿Qué haremos cuando un apagón dure días? ¿Semanas? ¿Cuando la luz no regrese?

Quizá sea momento de dejar de pensar en la electricidad como un derecho garantizado, y empezar a verla como lo que es: el latido invisible de una civilización que se cree invencible, pero que vive a merced de un interruptor.

Apagón en Europa el lunes 28 de abril

El apagón masivo que afectó el 28 de abril de 2025 a España, Portugal, Andorra y partes del sur de Francia fue un evento sin precedentes, descrito por las autoridades como "absolutamente excepcional y extraordinario".

Además cuatro de las principales redes sociales y de mensajería más utilizadas en el mundo (Facebook, WhatsApp, Messenger e Instagram), pertenecientes a la misma empresa, ayer se “cayeron” durante más de seis horas en las zonas afectadas. Lo que provocó repercusiones económicas, sociales y hasta personales muy graves, ya que muchas de estas aplicaciones se utilizan como herramientas de trabajo.


Aunque las causas exactas aún están bajo investigación, se han propuesto varias hipótesis.

1. Desequilibrio entre oferta y demanda energética

Red Eléctrica de España (REE) indicó que el apagón fue causado por un "cero energético", es decir, un desajuste repentino entre la generación y la demanda de electricidad. Este fenómeno llevó a la desconexión automática de la red eléctrica ibérica de la red europea .

La red eléctrica está diseñada para manejar un flujo de energía estable, sin grandes sobresaltos, pero si el flujo oscila violentamente básicamente como si en esa autopista eléctrica entraran demasiados coches en masa, se producen esas grandes oscilaciones. Estas grandes inestabilidades lo que provocan es que desconectan grandes centrales eléctricas y lo hacen para protegerlas. Lo hacen de manera automática y con ello se producen los apagones en cascada. Y los motivos pueden ser varios, si se desconectan grandes centrales eléctricas, si hay fallos a nivel internacional, incluso si hay variaciones en la energía renovable. Cuando la oscilación es demasiado grande, lo que sucede es que se producen cortes para precisamente proteger a toda la infraestructura eléctrica.


2. Fenómeno atmosférico inusual

La empresa portuguesa REN sugirió que variaciones de temperatura en España provocaron un fenómeno atmosférico raro que indujo oscilaciones en las líneas de alta tensión, desestabilizando la sincronización entre sistemas eléctricos 

3. Incendio en Francia

Se reportó un incendio en el suroeste de Francia, entre Perpiñán y Narbona, que dañó una línea eléctrica de alta tensión. Sin embargo, la empresa francesa RTE desmintió que este incendio fuera la causa del apagón 


4. Posible ciberataque

El Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) investigaron la posibilidad de un ciberataque como origen del incidente. No obstante, no se encontraron indicios que respaldaran esta hipótesis.


5. Limitada interconexión eléctrica

El sistema eléctrico de la península ibérica ha sido históricamente frágil, con una limitada interconexión con el resto de Europa. Aunque existen compromisos para mejorar esta interconexión, los avances han sido limitados, lo que expone al sistema a riesgos de apagón.

En resumen, aunque se han propuesto varias causas posibles para el apagón, aún no se ha identificado una explicación definitiva. Las investigaciones continúan para determinar el origen exacto de este evento sin precedentes.

 
 
 

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