La poética del reciclaje en los corazones de Eduardo S. Chalita
- visionempresarial
- Feb 24
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Updated: Feb 24
Por: Lorena Meeser

San Miguel de Allende, epicentro del arte y la creatividad en México, se convierte una vez más en el escenario donde la tradición y la innovación convergen en una exposición que desafía los límites de la materia, la memoria y el significado. En la prestigiosa galería Pineda Covalin, ubicada en la Fábirca de La Aurora, el artista Eduardo S. Chalita presenta su obra más reciente: una serie de corazones confeccionados a partir de materiales reciclados, un espacio donde la devoción se entrelaza con la sostenibilidad en una propuesta visual que trasciende lo meramente decorativo y se adentra en lo filosófico y lo emocional.
El corazón como concepto y motivo.
Cada uno de los corazones exhibidos se presenta como un manifiesto de la reutilización, no solo como un acto artístico y ecológico, sino como un acto poético. En su trabajo, Eduardo S. Chalita reinterpreta la iconografía de diferentes corazones, para infundirles una nueva carga semántica que se aproxima a una reflexión contemporánea. El corazón, emblemático de la devoción y el sacrificio, se transforma aquí en un vehículo de diálogo entre lo artístico, lo perdido y lo rescatado.
Uno de los elementos más notables en esta serie es el equilibrio entre lo antiguo y lo moderno.
La obra del artista se caracteriza por la fascinante transmutación de materiales desechados. Los metales envejecidos, las piedras recuperadas y los objetos en desuso adquieren una nueva vida a través de la destreza de Eduardo S. Chalita, quien los convierte en elementos que no solo buscan ser contemplados, sino también contemplativos.
En sus manos, los metales envejecidos, las piedras desechadas y los objetos en desuso adquieren una nueva vida, transmutados en una especie de arte sacro contemporáneo.

El uso de materiales reciclados no es meramente estético, sino también conceptual. La obra de Eduardo S. Chalita plantea preguntas sobre el valor de los objetos y su resignificación a través del arte. Al transformar elementos descartados en piezas de una belleza extraordinaria, el artista nos invita a reflexionar sobre el consumo, la memoria y la espiritualidad en una era de desechos y olvidos rápidos.
Al integrar estos elementos con la riqueza de materiales rescatados, Eduardo S. Chalita lleva a cabo una exploración que, si bien parece guiada por la estética, está, en su núcleo, impulsada por una propuesta conceptual que interroga sobre el valor de los objetos, su relación con la memoria colectiva y la relación con la naturaleza del consumo en nuestra era de excesos y desechos.
Esta exposición en la galería de Pineda Covalin reafirma la vitalidad de San Miguel de Allende como un espacio de encuentro entre las formas tradicionales y las nuevas propuestas contemporáneas, entre la historia y la ruptura, entre la memoria colectiva y el arte del futuro. Eduardo S. Chalita nos recuerda, con cada corazón rescatado del olvido y la obsolescencia, que el arte no solo tiene el poder de embellecer, sino de redimir. Y en este acto de rescate, en esta transformación de lo que se ha dejado atrás, se abre un nuevo campo de posibilidades, no solo para la estética, sino para la reflexión profunda sobre nuestro propio tiempo.

Eduardo S. Chalita
AI término de sus estudios en la carrera de comunicación, empezó a colaborar con grandes agencias internacionales de publicidad como director creativo.
Durante ese tiempo conservó la inquietud de trabajar en algo propio, diferente, más profundo.
Eduardo comenzó entonces a coleccionar bisutería antigua. Pasaron los años y dándose cuenta de la gran cantidad de material que tenía, revisó las cosas guardadas y emprendió una búsqueda más profunda y personal para la creación de piezas de arte a partir de la deconstrucción de aquellos collares, aretes, pulseras, e imágenes religiosas que había coleccionado por años, aquellas piezas que guardaba y constituyen, inconscientemente, gran parte de su historia personal. Para Eduardo cada pieza de aquel adorno llamado superficialmente pulsera, arete, collar, con sus alambres e imperfecciones, toman un nuevo significado al incrustarlas en cada una de sus obras.
Eduardo le da vida de nuevo a esas pequeñas piezas olvidadas juntándolas para formar parte de algo realmente grande y que debe mantenerse vivo siempre con amor y recuerdos, el corazón.

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